domingo, 25 de junio de 2017

SOBRE NEGOCIO, COLORES Y ORGULLOS



Parece que fue ayer cuando nos recordaban como si de un mantra se tratara, el evento que en unos días se celebrará en Madrid. Que si cuenta atrás, que si es un trabajo de organización titánica, que si todas las miradas estarán puestas en la ciudad... El Orgullo Mundial -nada de World Pride, que estamos en España, leñes- 
Y cuando nos hemos dado cuenta, ya lo estamos celebrando.

Quiero iniciar este reportaje afirmando que SÍ es necesario una celebración del Orgullo. Es muy necesaria mientras haya agresiones, insultos y desprecios hacia un colectivo que lo único de lo que peca es amar a otra persona.
El Orgullo es necesario hasta que ciertas agrupaciones comprendan que ese dios al que rezan e idolatran, ama a todo el mundo. Independientemente de su religión, raza, sexo... ¿no es eso lo que predican?

Una celebración así es necesaria mientras una cadena pública -que pagamos todos con nuestros impuestos- permitan la difusión de ceremonias religiosas que tienen mensajes de odio (acordaos de la famosa frase "hombres que van a club nocturnos de hombres") o retiran de su programación online una gala Drag por molestar a un colectivo al ganar un artista vestido de dolorosa y un crucificado. O porque públicamente se niegan a emitir las celebraciones por ir en contra de la moral "católica, romana y apostólica"
También es necesario una fiesta así hasta que cierto grupo -yo les llamo Hazme Reír- dejen de realizar campañas de odio y discriminación, y se sientan orgullosos por eso. O hasta que cierto colectivo de derecha extrema -neonazi- deje de agredir o de irrumpir en estas celebraciones.

Hasta ahí estoy completamente de acuerdo y defiendo la celebración del 28J. Pero solo hasta ahí. Critico y rechazo -y ahora es cuando viene la polémica y se me tildará de todo- el Orgullo tal y como se ha convertido. A lo que ha evolucionado, que poco o nada tiene que ver con esa manifestación por las Ramblas en Barcelona, o con Stone Well en Nueva York.

El Orgullo se ha convertido en un negocio muy lucrativo, no solo para los empresarios de la noche gay, si no también para aquellas empresas que ven incrementar sus ventas por poner una bandera multicolor. Si paseas estos días por Madrid -desconozco si en otras ciudades pasa lo mismo- verás que incluso los "vendedores de oro" tienen en sus carteles la bandera. O que los top manta apartan por unos días los discos, películas, gafas y bolsos de imitación por merchandasing colorido.  Fijaos en la siguiente imagen. Ha sido tomada en una gran superficie. ¿Bonito verdad? pero recordad que esta misma empresa quitó un anuncio de familias homoparentales de su canal en Youtube o si subes ahora por sus escaleras mecánicas puedes leer propaganda invitando a poner una X en la casilla de la Iglesia, en la declaración de la Renta. ¿No es contradictorio?. Y este es solo un ejemplo.



En la manifestación pasa más de lo mismo. Se ha olvidado que es  política y reivindicativa. Y cada vez son más las carrozas de medios de comunicación, de empresas privadas y de festividades las que están presentes. Y encima, cobran por estar presente en ellas.
Que ver a tíos ligeros de roja con un  slip que apenas deja nada a la imaginación está muy bien. Pero en su lugar y momento.
Parece que se nos ha olvidado la parte que importa. La reivindicación. El decir basta ya de insultos, de ser ciudadanos de segunda categoría. ¡Que somos personas!

Es importante la diversión y pasarlo bien, no digo que no. Es bonito ver cómo miles de personas -de todas las condiciones- apoyan la causa. Cómo se expresan por los que no pueden. Pero no permitamos que esto siga siendo un macrobotellón. Que sea otro negocio comercial más, entre el Día de la Madre y las Rebajas.
No permitamos que se capitalice una causa y se convierta en una simple celebración más como La Paloma, San Isidro o San Valentín. Que volvamos a recuperar el espíritu original. No permitamos que sea una fiesta como la Navidad: hueca y sin sentido.