martes, 21 de abril de 2015

EL TIEMPO NUNCA RETROCEDE


Esta mañana mientras desayunaba, veía bajar por mi calle a madres y chiquillos con su uniformes, mochilas, haciendo que una tranquila calle se vuelva ruidosa por unos minutos.

Automáticamente vinieron a mi cabeza esos recuerdos de cuando yo estaba en esa misma situación. El tener que madrugar, levantándome sobre las 8.30 horas (que más quisiera yo tener ese horario cuando he tenido que madrugar años más tarde), ver tranquilamente los dibujos animados que TPH Club o el Ciberespacio emitían (los que son de la generación de los 90´S saben de qué hablo con series como La pajarería de Transilvania, La vuelta al mundo en 80 días, Esquimales en el Caribe, Detective Bogey...) alegrarme cuando me tocaba llevar al colegio chándal (el pantalón del uniforme me picaba horrores y estaba muy incómodo con ellos puestos), cuando mi única preocupación era el de decirle a mis padres que en el último examen no había sacado una nota muy alta, o cuando llegaba la hora del recreo y durante media hora dejaba volar mi imaginación con mis amigos de aquella época. No había  smarthphones, apenas consolas portátiles pero no hacían falta, teníamos el mejor juguete, nuestra imaginación.

Casi 25 años después, al recordar todo esto, me doy cuenta de lo que ha cambiado la vida. Algún que otro amigo de la infancia sigue estando presente (aunque de menor medida) en mi vida, las prioridades cambian por completo... Después de todo hacerse mayor tiene sus cosas buenas (tomar decisiones importantes, tener más libertad...) pero muchos inconvenientes (problemas mayores, ver que la vida no solo es jugar, comer y dormir...). Que ya de poco sirve lamentarse, pues el tiempo nunca retrocede, pero un guiño de nostalgia, siempre viene bien. 

Cuando te haces mayor te das cuenta que después de todo la vida no es tan de color de rosa como te la mostraban al principio o como creías que era. Ojalá no se perdiera esa ingenuidad con el paso del tiempo. Seguro, el mundo y la vida serían mejor.