domingo, 22 de diciembre de 2013

FELIZ... ¿NAVIDAD?

Pues señoras y señores, un año más hemos llegado a las fechas del año donde todos somos felices, comemos hasta explotar, vendemos hasta nuestro padre para comprar regalos, decoramos los balcones con luces de mil colores y cantamos villancicos junto al abeto. ¿Sabéis de qué época estoy hablando, no?


Primero de todo, si eres fan incondicional de la Navidad, no sigas leyendo. No te va a gustar lo que verán tus ojos. Y si decides hacerlo, advertido quedas, que el que avisa no es traidor.

Ahora a lo que voy. Odio estas fechas. Las odio con toda mi alma. No puedo con ellas. Es llegar el día de la lotería y querer acostarme y no levantarme hasta que pasen. Debe ser que cada año me hago más mayor y estoy más amargado. O que cada año esto va a peor. O vete tu a saber.

 Primero de todo... ¿qué es la Navidad, o en su defecto Natividad?. Yo desde pequeño aprendí que era el "cumple" de Jesús. Ese niño que ahora se ve colgado en los balcones recordándote que Dios ha nacido, o el que aparece en los belenes en un pesebre sonriendo y tan cuco él. Eso lo que dice la tradición judío-cristiana porque  las antiguas civilizaciones, como la romana, celebraban el solsticio de invierno (recordemos que el cristianismo comenzó como una secta que era perseguida, y para que la gente adoptara esta nueva creencia sin muchos esfuerzos se adaptaron fiestas que en su origen son paganas como Navidad o Semana Santa). Pero ahora, en la era del marketing y de una sociedad consumista que nos ha tocado vivir, la Navidad no es otra cosa que gastar y gastar.

Comprar cosas que seguramente no nos hagan falta, pero claro, es Navidad y tengo que regalarme el último modelo de Ipad o el nuevo smartphone con no se cuantas prestaciones. Aunque no pueda, pero hipoteco el piso o estoy a base de pan y agua el resto del año. No contento con esto, compremos kilos y kilos de comida (que si marisco, que si cordero, que si pavo...) y si sobra, pues a la basura.  

Otro aspecto que odio de estas fiestas es que un mes antes (y cada año peor, un día vamos a estar en la playa y ver pasar Papás Noeles) ya empiezan los centros comerciales a decorar las tiendas y techos, incluso he oído villancicos.


Otra cosa por la que detesto las navidades, es por los que no están con nosotros. Y desgraciadamente todos tenemos a un ser querido que ha fallecido. Y si es cercano, tienes ganas de todo menos de fiesta. Aquí también incluyo a las personas enfermas, en paro, que están en la calle, en definitiva, que lo están pasando mal.

¿Y qué me decís de esta extraña dulzura que a todo el mundo le entra? Todos son generosos, están sonriendo,  son felices. Todos colaboran con los pobres, son solidarios, nada les molesta. Una especie de utopía que cuando llega el día 6 se transforma en tristeza, mal humor o, como se llama ahora, cuesta de enero.
Debe ser que nos damos cuenta de los excesos (tanto en los bolsillos como en la barriga) y ese bien estar de días anteriores solo es una nube borrosa de resaca.

Porque sinceramente, esto está muy bien, pero es todo frío, forzado y poco natural. Porque quien es bueno  y bondadoso por naturaleza, lo hace en cualquier fecha, no espera a fin de año para dar unas monedas o un kilo de arroz al prójimo.

Yo personalmente, creo que si volviéramos a los orígenes de estas fiestas, seamos creyentes, agnósticos, ateos o de otra religión, sería todo más  bonito.habría una atmósfera que merecería la pena conservar todo el año. Pero las cosas como son y los pies en la tierra.

Aprovecho también para darte las gracias por entrar en mi blog, leer esta u otras entradas y ya de paso, desearte felices fiestas, rodeado de los tuyos, de los que te quieren. Y nunca olvides que la verdadera Navidad no consiste en como nos la quieren hacer ver.
¡Felices fiestas y próspero año 2014!