El amor. Esa palabra que aprendemos a escribir y pronunciar en los idiomas más hablados. Eso abstracto que buscamos o que es el centro de la mayoría de las canciones y películas que tantos premios han ganado. Ese elemento que ha sido tan representado en arte y en la literatura...
... Y ese elemento en el que cada vez creo menos. O al menos en el amor chicle que nos intentan vender. Donde un príncipe y una princesa son felices y comen perdices. Y menos creo aún en el amor entre dos hombres.
¿Por qué no? principalmente porque parece que la gente tiene miedo a comprometerse. A dejar de lado el zorreo (ya sea virtual o en directo). Porque sí, repito y repetiré que Internet me parece un lugar genial para conocer gente nueva (pese a que tenga también su lado negativo como perfiles falsos, sexo fácil...), pero desde que el sexo está al alcance de la mano con solo tener instaladas ciertas aplicaciones o sistemas... ¿para qué cerrarse solo a alguien?.
Vale que es un proceso difícil, donde no hay que ir con prisas, no etiquetar nada, e ir poco a poco. Pero ahora, en la sociedad de las prisas, quedas con alguien y al día siguiente ya has hecho todo lo que se pueda hacer. Normal que la intriga y el qué sucederá se acabe pronto, nos aburramos y queramos otra cosa.
Y esto es curioso porque entre mi círculo, mucha gente con rolletes que la cosa parece que va bien pero en el momento menos pensado se acaba; solteros casi todos y con pareja... uno y porque es una relación abierta. ¿Da qué pensar, no?
Claro que no todo el mundo es así, pero como siempre, la mayoría, sea para bien o para mal, es la que manda. Aún me queda la esperanza que nuestra generación cambie de mentalidad, se aburra del sexo fácil y se centre. Si no, más de uno y más de dos nos veremos con 40 años viviendo con perritos o gatitos, depende del gusto de cada uno.
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