viernes, 12 de junio de 2015

EL PODER DE LA FOTOGRAFÍA


En plena era de Instagram, Tumblr o Pinterest, donde ya no se necesitan conocimientos de retoque fotográfico, basta con elegir filtros y jugar con sombras y contrastes, todos podemos ser fotógrafos profesionales.

Que oye, esto está muy bien lo de compartir momentos, fotos con amigos, de lo que vemos o donde asistimos....  resaltando lo que queramos que se vea o poniendo un toque bonito. Pero tiene mucho de negativo. Como todo.

Gracias a estas fórmulas podemos convertirnos con sólo un simple teléfono inteligente en verdaderos modelos (de nuestra casa: gratis y por vocación) donde no tenemos ninguna imperfección, tenemos tabletas o un cuerpazo que  ni la Barbie. Y esto, lo veo (veis) foto sí y foto también en las RRSS.

¡Qué chic@ m@s mon@! diréis muchos. ¡Mamma mía, está como un tren! exclamaréis otros. Ahora pregunto yo, ¿cuánto de verdad hay en esa foto?

No sería la primera vez que me encuentro por la calle (queriendo o sin querer) con algún tuitstar o instagramer que lo "peta" literalmente a "me gusta" o a seguidores. Y no se si porque no tenía un buen día o porque no se puede vivir en continuos filtros pero lo primero que me viene a la cabeza es "¡me ha engañado!" 
Sí, que la cara por mucho que se quiera cambiar y modificar es la que tenemos... pero un retoque en sitios estratégicos, una sombra aquí, otra allá... después de todo la base fotografía es la realidad que queramos mostrar al mundo.

Podemos crear ambientes, paisajes incluso atmósferas editadas (recordad el caso de la chica que se inventó sus vacaciones en el Caribe) pero la pregunta sería ¿qué conseguimos con eso? porque en algunos casos, como cuando quieres ligar, (por poner un ejemplo) te puede llevar a fracasos;

Y que conste que estoy a favor de los pequeños retoques, aquellos que ayudan a ver más bonita, nítida o que elimina movimiento de imagen, polvo, grano... pero nunca para cambiarme el tamaño de ojos, pómulos o barriga. Hay que aceptarse como se es, y a quien no le guste, que no mire. 

sábado, 6 de junio de 2015

EL POR QUÉ DEJÉ DE CREER EN EL AMOR


El amor. Esa palabra que aprendemos a escribir y pronunciar en los idiomas más hablados. Eso abstracto que buscamos o que es el centro de la mayoría de las canciones y películas que tantos premios han ganado. Ese elemento que ha sido tan representado en arte y en la literatura...

... Y ese elemento en el que cada vez creo menos. O al menos en el amor chicle que nos intentan vender. Donde un príncipe y una princesa son felices y comen perdices. Y menos creo aún en el amor entre dos hombres.
¿Por qué no? principalmente porque parece que la gente tiene miedo a comprometerse. A dejar de lado el zorreo (ya sea virtual o en directo). Porque sí, repito y repetiré que Internet me parece un lugar genial para conocer gente nueva (pese a que tenga también su lado negativo como perfiles falsos, sexo fácil...), pero desde que el sexo está al alcance de la mano con solo tener instaladas ciertas aplicaciones o sistemas... ¿para qué cerrarse solo a alguien?.

Vale que es un proceso difícil, donde no hay que ir con prisas, no etiquetar nada, e ir poco a poco. Pero ahora, en la sociedad de las prisas, quedas con alguien y al día siguiente ya has hecho todo lo que se pueda hacer. Normal que la intriga y el qué sucederá se acabe pronto, nos aburramos y queramos otra cosa.

Y esto es curioso porque entre mi círculo, mucha gente con rolletes que la cosa parece que va bien pero en el momento menos pensado se acaba; solteros casi todos y con pareja... uno y porque es una relación abierta. ¿Da qué pensar, no?

Claro que no todo el mundo es así, pero como siempre, la mayoría, sea para bien o para mal, es la que manda. Aún me queda la esperanza que nuestra generación cambie de mentalidad, se aburra del sexo fácil y se centre. Si no, más de uno y más de dos nos veremos con 40 años viviendo con perritos o gatitos, depende del gusto de cada uno.